viernes, 18 de noviembre de 2011

Arte Indignado en sel siglo XIX




        Ayer estuve echando un vistazo a la exposición que el Caixaforum ha inagurado sobre el impresionismo: una colección privada de cuadros de Manet, Monet, Pissarro, Turner... Con la debilidad que tengo yo por esta gente, ya estoy pensando que dia iré. Si a esto le sumas la que está cayendo (económica y socialmente), se me ha antojado relacionar a estos peazos artistas con el tremor indignado que asola a gran parte del mundo. ¿Qué puñetas tendrá que ver Manet con los indignados, Monet con el 15M o Gauguin con la PAH? Pues mucho, señores y señoras, más de lo que pensamos... Situémonos en el París de finales del siglo XIX; la ciudad de las luces rebosa de arte y decoro, de buen gusto y de savoir faire. La burguesía parisina ha subido a los altos escalafones de la escala social, y eso se refleja en el arte: ya no les gusta los cuadros recargados del rococó, al estilo de Fragonard, si no que les mola más toda producción artística que siga los cánones estéticos que marca la Academia de Arte de París, sintetizados perfectamente por artistas como David.

                                
                                       El juramento de los Horacios. J.L David.   

           En estos cuadros manda la proporción, la perspectiva, las formas, la geometría...en una palabra, el orden; algo tan apreciado por los burgueses de la época. Todo aquel pintor que respetase estas normas era bienvenido al mundo del arte. Pero en este París tan modélico ni todo el mundo era burgués ni estos representaban a la gran mayoría de la sociedad. Muchísima gente vivía en condiciones infrahumanas, casi en esclavitud, subordinadas totalmente a los intereses de la burguesía y de la nobleza que aún se resistía a abandonar sus privilegios (¿os empezais a situar ya?). Esta gran masa tiene una concepción muuuuy distinta del mundo, no ven lo mismo un burgués que un obrero. Para más inri, la industrialización parecía la panacea de todos los males de la sociedad: la modernidad acabaría con las injusticias, con el hambre y con las enfermedades. En definitiva, convivían dos mundos totalmente alejados en la misma ciudad. Así que cuando algunos artistas comenzaron a pintar desde el punto de vista de esta gran masa, se lió parda. No es que estos artistas reflejaran la realidad social (para eso ya estaba Coubert y los realistas), si no que fueron los primeros en plasmar lo que veían según el punto de vista de la gran mayoría de la población. Manet fue el primero en pintar un cuadro impresionista, el cual fue motivo de escándalo, burla y desafección por parte de los "entendidos" de arte. Pero esto fue sólo el principio; cuando el propio Manet presentó Olympia en sociedad, se lió muy gorda (salvando las distancias, como la que se lió cuando Marilyn Manson sacó su Beautyfull People). ¡¡¡Cómo se atreve a pintar esa aberración: es una prostituta!!! ¡¡Y me está mirando desafiante!! ¡¡Y le da igual!! ¡¡A la hoguera con él!! (ups, esto último es de otro siglo).

                                                                   Olympia. Manet.

    Y la cosa fue a más: luego llegaron Monet, Pissarro, Cezanne, Degas, Renoir, Gauguin, etc.. y ya no se pudo parar. Claro que los burgueses lo intentaron, cerrándoles cualquier posibilidad de exponer en el Salon de París (como la MTV en los 90 o el YouTube en la actualidad), poniéndolos a parir en la prensa o simplemente ignorándolos. Pero estos artistas ya tenían el beneficio del pueblo: al igual que ellos, las pasaban canutas para llegar a fin de mes (alguno tuvo fama a posteriori, pero ninguno en sus inicios), y sobretodo, compartían con ellos la forma de ver el mundo, la forma de entender las cosas y la forma de sentir la realidad.
         Y al igual que hoy en día, había una burguesía y una nobleza agarrados a sus privilegios como si les fuese la vida (bueno, de hecho a algunos les iba la vida), y no queriendo ver la otra realidad del mundo. Al igual que hoy en día, la gran mayoría de la población vivían ahogados por culpa de los caprichos burgueses, a la vez que entendían que esos mismos patrones no se enteraban de qué iba la cosa y hacia donde se encaminaba el mundo. Hoy en día, Manet estaría en Sol, en Plaça Catalunya, en Wall Street, en la plaza Tahrir o en la plaza Syntagma. Y como en el siglo XIX, la oligarquía aún no se ha enterado de qué va la cosa.
Lluvia, vapor y velocidad. Turner.